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Mejor que irse a misa un domingo, el gran espíritu pagano decide conducirnos esta vez a Chinatown, en pleno downtown, donde las transmutaciones también ocurren. Si bien no llegamos “a hora”, la efervescencia de un pueblo de hormigas poliglotas colmando las entradas del coliseo elimina toda necesidad de puntualidad. En los pasillos, en las escaleras mecánicas, en las gradas, la ocupación y la densidad es absoluta. Invadimos literalmente cada uno de los rincones del mayor estadio cubierto de la capital imperial. El primer acto lo habíamos perdido; un numero local cuyo nombre se desvanece en nuestra indiferencia... hasta que llegamos finalmente a nuestros asientos, donde nos percatamos de la presencia escénica de quien quizás sea la artista “revelación” de este año: Santogold. Música agradable y fresca, coreográfica como la noche que nos contempla pero que sin embargo no consigue alterar los deseos lúdicos del hormiguero presente. Muchos afirman que la propuesta es muy similar a la de M.I.A.; otros en cambio, la alaban, de todos modos, olemos que Santogold no tiene absolutamente nada que ver (musicalmente) con el plato de fondo...
Interrogantes y bifurcaciones aparte, estábamos todos ahí, esperando finalmente que se estremezca la Vida. Debemos admitir que antes del show, todos pensábamos en singular, pero la efervescencia noctámbula vivida aquella vez nos iluminaría la colectividad de los hechos. Se cantaron, se vibraron, se emocionaron todos, por eso, se dispararon muchísimas fotos, se filmaron todos, y si alguna vez se callaron todos, no fue por desconocimiento o desconexión, al contrario, sino por la múltiple novedad del intenso espectáculo presenciado. Podríamos traer a colación los espectáculos montados por U2 o Pink Floyd como mega eventos musicalmente mediáticos y únicos, ya que ambos apuntan, además de la conquista musical sobre el individuo, a una despersonalización en masa provocada mediante un “espectáculo” sensorialmente complejo de flujos e intensidades. Pero las comparaciones siempre son odiosas, así que no nos queda otra que tratar de enumerar las particularidades de este show:
1. En primer lugar, y para empezar por el territorio musical, un nuevo disco y como si fuera poco, con nuevo “sonido” (destilación a cargo del guru “Brain” Eno). Podríamos profundizar en este punto, pero preferimos no hacerlo pues se pueden encontrar innumerables artículos en la red (y afuera) al respecto, así que pasamos a...
2. Un escenario colosal de mas de 120 metros perimetrales, con forma de "herradura", del cual Chris Martín se encargo de recorrerlos íntegramente. En realidad, en el transcurso del show los escenarios se multiplicarían: uno en la punta izquierda de la “herradura“ (sector AAA), donde, emergería del suelo un “mini escenario lumínico o side stage” en la que la banda tocaría dos temas y otro mini escenario, inclusive mas chico que el anterior, montado casi en la parte mas alejada del escenario principal, hacia el fondo del recinto (sector 119), donde la banda tocaría (acústicamente) sus últimos dos temas (del set normal). Luego entrarían de vuelta para el “bis”, esta vez ya en el escenario principal, para cerrar con cuatro y definitivas canciones,
Interrogantes y bifurcaciones aparte, estábamos todos ahí, esperando finalmente que se estremezca la Vida. Debemos admitir que antes del show, todos pensábamos en singular, pero la efervescencia noctámbula vivida aquella vez nos iluminaría la colectividad de los hechos. Se cantaron, se vibraron, se emocionaron todos, por eso, se dispararon muchísimas fotos, se filmaron todos, y si alguna vez se callaron todos, no fue por desconocimiento o desconexión, al contrario, sino por la múltiple novedad del intenso espectáculo presenciado. Podríamos traer a colación los espectáculos montados por U2 o Pink Floyd como mega eventos musicalmente mediáticos y únicos, ya que ambos apuntan, además de la conquista musical sobre el individuo, a una despersonalización en masa provocada mediante un “espectáculo” sensorialmente complejo de flujos e intensidades. Pero las comparaciones siempre son odiosas, así que no nos queda otra que tratar de enumerar las particularidades de este show:
1. En primer lugar, y para empezar por el territorio musical, un nuevo disco y como si fuera poco, con nuevo “sonido” (destilación a cargo del guru “Brain” Eno). Podríamos profundizar en este punto, pero preferimos no hacerlo pues se pueden encontrar innumerables artículos en la red (y afuera) al respecto, así que pasamos a...
2. Un escenario colosal de mas de 120 metros perimetrales, con forma de "herradura", del cual Chris Martín se encargo de recorrerlos íntegramente. En realidad, en el transcurso del show los escenarios se multiplicarían: uno en la punta izquierda de la “herradura“ (sector AAA), donde, emergería del suelo un “mini escenario lumínico o side stage” en la que la banda tocaría dos temas y otro mini escenario, inclusive mas chico que el anterior, montado casi en la parte mas alejada del escenario principal, hacia el fondo del recinto (sector 119), donde la banda tocaría (acústicamente) sus últimos dos temas (del set normal). Luego entrarían de vuelta para el “bis”, esta vez ya en el escenario principal, para cerrar con cuatro y definitivas canciones,
3. Una pantalla gigante del mismo largor que el escenario sobre la que pasaban imágenes y ediciones en vivo además de otras ya preeditadas,
4. Una versión extra large (también del mismo largor del escenario) del cuadro “ La Libertad guiando al pueblo” de Eugene Delacroix (1830), pintura que hace de tapa del ultimo disco.
5. Antes del show parecía una mega bola de adivinación, un hiper foco o una súper piñata colgada en el centro de la “arena”. Resulto ser un O.V.N.I., una pantalla esférica ultra-high-tech (nunca habíamos visto algo parecido) y que pasaba imágenes y ediciones en vivo, además de otras ya previamente editadas, sobre los 360 grados tridimensionales de su superficie, y que a veces, servia simplemente como un farol king size de tonos monocromáticos,
6. Un techo de luces, bien a lo alto, que cubría todo el escenario mas su “herradura” y que dejaría al mismísimo Coco Oren en el kindergarten del "techoluminismo", y de donde, a lo largo del show, descenderían otras 6 esferas mas, pero siendo éstas, de un diámetro un poco menor a la central.
4. Una versión extra large (también del mismo largor del escenario) del cuadro “ La Libertad guiando al pueblo” de Eugene Delacroix (1830), pintura que hace de tapa del ultimo disco.
5. Antes del show parecía una mega bola de adivinación, un hiper foco o una súper piñata colgada en el centro de la “arena”. Resulto ser un O.V.N.I., una pantalla esférica ultra-high-tech (nunca habíamos visto algo parecido) y que pasaba imágenes y ediciones en vivo, además de otras ya previamente editadas, sobre los 360 grados tridimensionales de su superficie, y que a veces, servia simplemente como un farol king size de tonos monocromáticos,
6. Un techo de luces, bien a lo alto, que cubría todo el escenario mas su “herradura” y que dejaría al mismísimo Coco Oren en el kindergarten del "techoluminismo", y de donde, a lo largo del show, descenderían otras 6 esferas mas, pero siendo éstas, de un diámetro un poco menor a la central.
7. Un caleidoscópico y bélico show láser que llenaba con espasmódica luminosidad el enorme espacio que nos albergaba,
8. Y para cerrar la lista y el show: papel picado (viva la cursilería por tener forma de mariposa) technicolor aleteando su caída libre desde el techo de luces hacia el publico.
En condiciones como esta, el show (ver compilado) definitivamente deja de ser un mero recital y pasa a ser un “espectáculo” colosal con derecho propio, diseñado para cautivar y convertir exclusivamente a grandes masas y/o estadios. Muchos ya afirman que el de Coldplay es el mejor show del verano (incluso el de sus vidas). Nosotros en cambio, tenemos ese sitial para otra banda inglesa, también de tour por estas tierras, de la que comentaremos oportunamente en este blog. De todos modos de algo estamos seguro: Coldplay, la banda que quizás sea, entre todas las de la escena actual, la mas “políticamente correcta”, y utilizando el que quizás sea el peor vestuario militar de la historia del showbiz, de$troza este país a su paso...
8. Y para cerrar la lista y el show: papel picado (viva la cursilería por tener forma de mariposa) technicolor aleteando su caída libre desde el techo de luces hacia el publico.
En condiciones como esta, el show (ver compilado) definitivamente deja de ser un mero recital y pasa a ser un “espectáculo” colosal con derecho propio, diseñado para cautivar y convertir exclusivamente a grandes masas y/o estadios. Muchos ya afirman que el de Coldplay es el mejor show del verano (incluso el de sus vidas). Nosotros en cambio, tenemos ese sitial para otra banda inglesa, también de tour por estas tierras, de la que comentaremos oportunamente en este blog. De todos modos de algo estamos seguro: Coldplay, la banda que quizás sea, entre todas las de la escena actual, la mas “políticamente correcta”, y utilizando el que quizás sea el peor vestuario militar de la historia del showbiz, de$troza este país a su paso...
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