lunes, 25 de agosto de 2008

Le Chant des Sirènes. Si

Bien, yo creo que es una visión como muy estrecha de lo que la música es. Yo creo que, cuando los verdaderos analistas de la música se acercan a las grandes composiciones de los creadores musicales, de Beethoven, de Bach, o de Monteverdi, hablan siempre de ideas musicales, de pensamiento musical, ideas y formas. El tema de Shönberg es precisamente cómo se articula la idea musical con la forma que le corresponde y el estilo que de esta manera se genera. Yo creo que la música piensa; es ella la que piensa, porque no es sólo sentimiento y no sólo placer; hay allí también, precisamente, todo lo que desencadena mi proyecto, mi libro.
Este libro que acabo de publicar es precisamente poner a prueba, mostrar con 23 experimentos, tantos como compositores elegidos, cómo la música piensa de distinto modo. Este libro es una especie de historia de las ideas en clave musical, pero a partir de la música, no de una manera externa a ella. No se trata, por tanto, que también es interesante y en algún momento lo hago en mi libro, no se trata tanto sólo y únicamente de mostrar, pues, que hay conexión, por ejemplo, entre el pensamiento de Juan Sebastián Bach, la manera cómo construye sus fugas, su idea precisamente pues de lo que es una fuga y el desarrollo de una fuga, el gran pensamiento musical de Juan Sebastián Bach, con la teoría leibniziana de las mónadas, con la monadología de Leibniz. O encontrar nexos, conexiones, que evidentemente las hay, entre las formas de la filosofía de contradicción y del sistema de oposición y de contrarios de la filosofía hegeliana, de su Lógica , o antes de su Fenomenología del espíritu y la gran reforma de la forma sonata en manos de Beethoven.
Insistiendo y subrayando, sobre todo, que una composición musical, una forma sonata, sería una sonata de piano, o de violín y piano o una sonata como forma, pero que imprime el carácter a una sinfonía o a un cuarteto. Sin embargo, se desarrolla como tal, precisamente, a través de la contradicción, de la oposición temática de un tema, primero extraordinariamente impositivo, viril, normalmente en tono mayor y de un segundo en cambio lírico, en un tono posiblemente menor. O, en todo caso, a partir de una especie como de contrapunto del primero que da lugar precisamente a todo ese argumento, ese nudo, nudo propio de la forma sonata, que es el desarrollo, o sea, un poco el modo como precisamente se elabora, se trabaja este material inicial.
Mi intención es mostrar a través de 23 ejemplos cómo la música se piensa a sí misma. Es una pena que en música, a veces en el campo filosófico, uno descubre perlas maravillosas, pero son siempre pequeños aforismos, que luego no están desarrollos. Leibniz decía, para definir la música que, precisamente, la música es una mente inconsciente que calcula. En la música hay cálculo; lo sabemos desde la tradición pitagórica. Toda persona que se dedica a la música sabe hasta qué punto el elemento del cálculo es tan importante en música como puede serlo en el campo de la aritmética o en el campo de la geometría, en las matemáticas. El cálculo es necesario y, además, un cálculo material, un cálculo que tiene que ver con la utilización de los distintos parámetros musicales, para el adiestramiento en el campo de la maestría que se adquiere, en el manejo del instrumento. Sea este instrumento la propia voz, o sea un instrumento material construido como, digamos, en paralelo con esa voz.
Bien, "una mente inconsciente que calcula" me parece una definición extraordinaria. "Inconsciente", evidentemente, porque la música no tiene por qué tener una conciencia, no tiene que hacer una reflexión, desarrolla ideas musicales. Digo en mi libro que Wagner, por ejemplo, piensa a través de su composición no sólo: él era también autor de los libretos. Pero eso es un poco lo que nos da la medida de su propio pensamiento musical y no en cambio sus teorías -algunas interesantes, otras anecdóticas, otras pintorescas-, como encontramos en sus múltiples escritos teóricos. No es eso lo más interesante. Eso es lo que podemos decir, pues, de casi todos los compositores. Hay muchos de ellos -pues el caso de Beethoven, el caso de Mozart, el caso de Haydn- donde el elemento reflexivo es escaso: una nota aquí, otra por allá, una referencia a Kant en caso de Beethoven. Pero eso no es lo importante.

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